viernes, 21 de marzo de 2008

La importancia de la alimentación

Nuestra vida depende en gran medida de que nuestra alimentación sea la adecuada para responder a las necesidades de nuestro organismo.
La alimentación proporciona energía para el movimiento y materia para la construcción del organismo y para ello son indispensables los nutrientes.
Es importante tener en cuenta que no todo lo que comemos tiene valor nutricional (lo comestible no es necesariamente un alimento).
Según la medicina tradicional y naturista existen 4 tipos de alimento:

- Sólidos (cereales, frutas, verduras...)
- Líquidos (agua, zumos...)
- Gaseosos (oxígeno que respiramos)
- Electromagnéticos (luz solar)

La carencia de cualquier alimento lleva, si es prolongada, a la muerte celular:

- 40 días sin alimento sólido
- 7 días sin alimento líquido
- 2-3 minutos sin oxígeno
- Sin radiaciones (luz solar) se produce la muerte inmediata

¿Qué son los nutrientes?

En los alimentos encontramos los nutrientes necesarios para mantener a nuestro organismo. Existen dos tipos de nutrientes:

- Macronutrientes: Hidratos de carbono. Proteínas. Grasas.
- Micronutrientes: Vitaminas. Minerales. Oligoelementos. Enzimas.

Esta diferenciación depende de las necesidades que de ellos tiene el cuerpo (macro=mayor ; micro=menor)

- Los hidratos de carbono aportan glucosa, la "gasolina" del cuerpo = energía.

- Las proteínas aportan aminoácidos, los "ladrillos" necesarios para la materia = regeneración, anticuerpos, etc.

- Las grasas constituyen la energía de reserva y son indispensables para la salud de las terminaciones nerviosas, el cerebro, la membrana celular y el equilibrio hormonal.

- Los micronutrientes facilitan las reacciones químicas necesarias para que los macronutrientes se conviertan en energía y materia siendo por tanto su acción catalizadora y favorecedora.

- Los minerales son parte constitutiva de la materia (por ej. el calcio de los huesos) y son fundamentales para el equilibrio hídrico (un exceso de sodio produce retención de líquido).

Condiciones de una alimentación sana

1. Debe contener todos los nutrientes necesarios (macro y micro).

2. Esos nutrientes deben consumirse en cantidades/proporciones necesarias y equilibradas.

3. Debe ser poco tóxica ya que el procesamiento orgánico de todos los alimentos genera residuos y toxinas que, de no poder ser eliminadas convenientemente (por fallo interno o por ser demasiado "pesadas"), son la causa de numerosas enfermedades.

jueves, 20 de marzo de 2008

¡Mala leche!

¡El hombre es el único mamífero que sigue consumiendo leche después de la lactancia!. Desde siempre, como todos sabemos, la leche ha sido puesta en un pedestal dificilmente superable. Se ha dicho que su carencia es peligrosísima. Se ha dicho que es la solución a la osteoporosis. Se llegó a decir que su proteína es insustituible. ¡Se ha dicho incluso que la carencia de leche puede poner la salud de las personas en alto riesgo! Pues bien, por puntos:

- La leche es superable desde el punto de vista nutricional
- Su carencia no tiene porqué ser en absoluto peligrosa
- NO es la solución a la osteoporosis
- Su proteína es facilmente sustituible

La cuestión arrancó en los años sesenta con la posibilidad de recolectar leche, almacenarla sin riesgos sanitarios y cubrir con ella algunos déficit nutritivos en determinados sectores de la población. Pronto se convirtió en un negocio, reforzado con la moda de los yogures, hasta el punto que las industrias lecheras acabaron copando todo el sector alimenticio. Hoy, sin embargo, la leche es más famosa por lo que lleva (fibra, vitamina C, ácidos omega-3, soja...) que por lo que tiene.

Veamos por parte las "joyas" que nos aporta este preciado alimento:

Lácteos y Cáncer: La betacelulina o BTC es una hormona presente en grandes cantidades en la leche. Esta hormona no se degrada tan facilmente y es capaz de resistir la pasteurización, con lo cual la encontramos presente igualmente en gran cantidad en lácteos de todo tipo como yogures, quesos, batidos y muchos otros derivados de la leche. Llega casi íntegramente al intestino, donde se asocia a los receptores de EGF (es una proteína situada en la membrana de la célula llamada receptor del factor de crecimiento epidérmico que al ser estimulado repara y mantiene la integridad del tracto intestinal). Nuestra saliva incorpora al torrente sanguíneo 36 nanogramos de EGF en 24 horas, en cambio, un vaso de leche aporta 450 nanogramos de BTC, es decir, mas de diez veces la cantidad de EGF procedente de la saliva. Cuanto más se estimulan los receptores EGF, más se producen. Esto implica que si estimulamos a estos receptores con betacelulina mediante el consumo de lácteos, estamos incrementando el número de los mismos en todas las partes del cuerpo. Y... ¡Bingo! Las concentraciones aumentadas de estos receptores incrementan la progresión de tumores. La sobreexpresión de los mismos se da en una gran variedad de cánceres como los de mama, ovario, vejiga, de próstata y páncreas. La betacelulina, además, fomenta el cáncer de diversas maneras, entre ellas incrementando la producción celular e incrementando el crecimiento de los vasos sanguíneos que irrigan los tumores (angiogénesis). Los medicamentos anticáncer como "Cetuximab", "ABX-EGF", "EMD 7200", "Gelfitinib", "Erlotinib", y otros, precisamente, lo que tratan es de bloquear de diversas formas la asociación de receptor-ligando.
Otro de los principales motivos por los que los lácteos se relacionan con el cáncer de mama, colon, próstata, etc..., es su contenido en IGF-1 (Factor de crecimiento insulínico tipo 1), un factor de crecimiento de entre los muchos que contiene la leche, cuyo fin es hacer crecer al ternero, pero que también es un potente estimulador del crecimiento de células cancerosas.

Lácteos y Alergias: Según la "Academia de Alergia, Asma e Inmunología" de Estados Unidos, la leche es la causa principal de alergias en niños, causando síntomas tan diversos como exceso de mucosidad nasal, problemas en los oídos, fatiga muscular, dolores de cabeza, asma y flemas.
El bebé humano asimila totalmente las caseínas de la leche de su madre, pero no puede hacer lo mismo con las caseínas de la leche de vaca, que pasan al intestino delgado parcialmente digeridas, debido al efecto neutralizador que ejerce la leche sobre la acidez estomacal necesaria para su ruptura. Este problema se agrava en los adultos, ya que con la edad disminuye la cantidad de renina gástrica, que es la primera enzima necesaria para comenzar la cadena de rupturas de las grandes moléculas de la caseína.
La caseína no hidrolizada (fragmentada) es una sustancia viscosa (se emplea como pegamento en relojería y carpintería), que en algunas personas se deposita en los folículos linfáticos que rodean el intestino, impidiendo la absorción de otros nutrientes y contribuyendo a la fatiga crónica y a alteraciones intestinales diversas.
Además, los fragmentos pequeños procedentes de la hidrólisis parcial de la caseína (péptidos), pueden atravesar en ciertas condiciones las paredes intestinales. Allí, los linfocitos B de la mucosa intestinal fabrican anticuerpos (las inmunoglobulinas) que se unen con los péptidos (antígenos) formando antígeno-anticuerpo.

En resumen: los lácteos tienen un alto contenido en antígenos que "agotan" el sistema inmunitario, haciéndolo más vulnerable a las infecciones y a enfermedades directamente relacionadas con nuestro sistema inmunológico.





Lácteos y Colesterol: La concentración de grasa en los derivados de la leche entera es superior a la de las carnes más grasas que, al igual que en ellas, son saturadas en su mayor parte. Los ácidos grasos de la leche y sus derivados tienen 12, 14 y 16 átomos de carbono, lo que les confiere un poder aterogénico por encima de los ácidos grasos de las carnes de ternera o de vaca, en las que predomina el ácido esteárico de 18 carbonos.
Los lácteos contienen ácido araquidónico, un ácido graso precursor en las células de prostaglandinas PGE2 mediadoras en los procesos inflamatorios. El contenido en colesterol es muy superior al de los alimentos que tienen la fama de ser ricos en él. Una sola taza de leche entera tiene 34 mg. de colesterol, mientras que una loncha de bacon solo 3 mg. Al beber un litro de leche se ingiere el colesterol equivalente a 53 lonchas de bacon ¡TOMA YA!.
Los niños alimentados con leche de vaca tienen sus arterias en peores condiciones que los que fueron amamantados por sus madres. El problema es tan grave, que la Administración de algunos países ya está tomando cartas en el asunto; algunas recomiendan los desnatados y otras han suprimido los lácteos de la lista de los grupos de alimentos fundamentales para una dieta equilibrada.
Las cosas empeoran con la industrialización. La pasteurización hace las grasas más saturadas y la homogeneización facilita el paso a través de las paredes intestinales de las finísimas partículas de grasa sin previa digestión, lo que hace que se eleven los niveles de colesterol y de grasas saturadas en la sangre.
El término "bajo en grasa" pertenece al lenguaje del marketing. Cuando se dice que la leche contiene un 2% de grasa se refiere a que cada 100 gramos de leche 2 son de grasa, pero no hay que olvidar que el 87% de la leche es agua, y que la leche entera contiene alrededor de un 3,5% de grasa. Este 2% supone entre el 22 y 33% del total de las kilocalorías. Para que os hagáis una idea, en un vaso de leche desnatada hay más grasa que en tres lonchas de bacon. Pocos son los beneficios que se obtienen al optar por los desnatados, sobre todo si se tiene en cuenta que la caseína sigue intacta.

Lácteos y Calcio: La dietética oficial suele aconsejar que se tome leche y sus derivados debido a su alto contenido en calcio. De la misma forma que se añade sal al caldo cuando está soso, parece lógico que dado el caso de descalcificación, se subsane tomando calcio. Esta es la razón por la que muchas personas beben a diario uno o más vasos de leche, con la intención de compensar la pérdida de masa ósea. Pero el cuerpo no es un caldero, y una cosa es la cantidad de calcio que contenga un alimento y otra muy distinta la proporción de este calcio que se absorbe, se asimila y acaba depositada en los huesos.
Después de 25.000 análisis de sangre se concluyó que las personas que tomaban de tres a cinco vasos de leche diarios tenían los niveles más bajos de calcio en sangre. En el sudeste asiático, las mujeres no toman productos lácteos, pero tampoco padecen de osteoporosis, a pesar de haber ingerido mucho menos calcio que las occidentales y cuando los chinos introdujeron la leche en sus dietas se produjo un aumento de dicho problema. Curiosamente en la actualidad hay más osteoporosis que en los años 40, aún cuando desde entonces el consumo de lácteos ha crecido enormemente.
Veamos a continuación porqué se produce esto:
Los alimentos ricos en proteína animal como la carne, los huevos y los productos lácteos, separan el calcio del organismo para regular los derivados ácidos que resultan de la descomposición del exceso de proteínas; esto causa una pérdida neta de calcio. Por el uso abusivo de los lácteos, el organismo humano acumula mucho ácido láctico que hace que nuestro Ph de la sangre se acidifique y que para que no sea peligroso para el organismo, éste lo tiene que neutralizar sacrificando sales cálcicas presentes en nuestros huesos. Por otro lado, la leche de vaca, aporta un exceso de fósforo que también acidifica nuestro organismo y, que hace que nuestras sales minerales se vean mermadas por este consumo. También está muy desequilibrada en relación al calcio y magnesio, ya que contiene 10 veces más calcio que magnesio. El magnesio (al igual que la vitamina D) es necesario para regular el metabolismo del calcio y fijarlo en los huesos.
He aquí algunos de los alimentos más ricos en calcio y magnesio:
- Alimentos ricos en calcio: avena, arroz integral, almendras, higos, semillas de sésamo y amapola, sardinas, verduras de hoja verde oscuro, nabos y legumbres.
- Alimentos ricos en magnesio: semillas de calabaza, semillas de sésamo, nueces de Brasil, anacardos, almendras, melón, repollo, coliflor y legumbres.
Conclusión: Una persona sana no necesita leche de vaca (ni de soja) para seguir siéndolo. ¿Os imaginais si anunciasen publicitariamente que el tabaco, el alcohol o el café fuesen productos beneficiosos para la salud?. Entonces, ¿por qué se permite anunciar los productos lácteos como productos beneficiosos para la salud, cuando ya está más que demostrado que son perjudiciales para ella?. Soy consciente que este tema es tabú para esta sociedad y que los intereses económicos son muy fuertes y que ... ¡¿quién le pone el cascabel al gato?!
Imaginad si "eliminan" los lácteos del panorama económico mundial... empresas, cientos de empresas (yogures, postres, bollería, helados, cafeterías, ganadería....)... todo, se iría al traste, un desastre económico que ningún gobierno estaría dispuesto a aceptar, porque las empresas se encargarían de que le resultara inaceptable.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Antioxidantes, "el elixir de la eterna juventud"

Los antioxidantes son un grupo de vitaminas, minerales y enzimas que protegen nuestro cuerpo de la oxidación de los nocivos radicales libres que dañan las células.

La respiración en presencia de oxígeno resulta esencial en la vida celular de nuestro organismo, pero como consecuencia de la misma se producen unas moléculas, los “radicales libres”, que ocasionan a lo largo de la vida efectos negativos para la salud por su capacidad de alterar el ADN (los genes), las proteínas y los lípidos o grasas. En nuestro cuerpo hay células que se renuevan continuamente (de la piel, del intestino,…) y otras que no (neuronas). Con los años, los radicales libres pueden producir una alteración genética sobre las primeras, aumentando así el riesgo de padecer cáncer, y reducir la funcionalidad de las segundas (las células que no se renuevan), lo que es característico del envejecimiento.

Varias razones como por ejemplo la exposición al humo de tabaco (propios o ajenos), la contaminación ambiental, el estrés, algunos medicamentos, el consumo de pesticidas a través de ciertos alimentos, el exceso de grasa saturada (de origen animal), los aceites fritos y la sobreexposición a las radiaciones solares pueden generar una gran cantidad de radicales libres atacando nuestras células, dañándolas y convirtiéndolas a su vez en nuevos radicales libres, produciéndose una reacción en cadena.
Cada vez se admite de manera más generalizada el vínculo existente entre estos procesos de deterioro y el desarrollo de numerosos afecciones degenerativas, entre ellas la enfermedad de Alzheimer, aterosclerosis, cataratas, cáncer, enfermedad de Parkinson, … o cuando menos, que el deterioro causado por los radicales libres contribuyen al envejecimiento y las enfermedades relacionadas con el mismo.

Para hacer frente a dichos procesos, las células elaboran sustancias enzimáticas antioxidantes (superóxido dismutasa, catalasa, melatonina y glutatión-peroxidasa) que actúan como catalizadores biológicos gracias sobre todo a los oligoelementos que contienen (selenio, manganeso, zinc, cobre) y que degradan, neutralizan y desintoxican los radicales libres.

La acción de estas enzimas barredoras que fabrica la propia célula pueden y deben ser suplementadas por una dieta rica en antioxidantes como las vitaminas A, E y C, el selenio, el zinc, entre otros nutrientes ya que entre las enzimas que fabrica la célula y los antioxidantes que podemos ingerir con la dieta, podemos anular los efectos perjudiciales de los radicales libres y bajar el riesgo de contraer algún tipo de cáncer, enfermedad cardíaca y alguna enfermedad neuro-degenerativa.


Veamos a continuación algunos de los antioxidantes más importantes que se encuentran en determinados alimentos:
- Alicina: aparte de ser un antioxidante, posee propiedades antibióticas, antimicóticas e inhibe la síntesis de colesterol y triglicéridos. (Ajo)
- Ácido elágico: este ácido protege a muchas plantas contra la luz ultravioleta, virus, bacterias y parásitos. Según estudios en Japón, Alemania y Estados Unidos , los elagitanines ingeridos de plantas por humanos activan sus propiedades protectoras en el cuerpo, combatiendo inflamaciones crónicas (reúma, artritis), colesterol, radicales libres y ciertos tipos de cáncer. (Fresas, frambuesas, cerezas, uvas, kiwis, arándanos y bayas en general)
- Ántocianos: los antocianos juegan un rol importante en la prevención de degeneración de células de órganos en humanos. (Uva negra, moras, cerezas, kiwis, ciruelas,...)
- Capsicina: además de ser un poderoso antioxidante, investigaciones recientes han revelado que podría desnutrir las células cancerígenas antes de que éstas causen algún tipo de problema. (Pimientos, chiles, pimienta cayena)
- Carotenoides: los alfa y beta carotenos son precursores de la vitamina A y actúan como nutrientes antioxidantes. Son los únicos carotenoides que se transforman en cantidades apreciables de vitamina A. (Zanahoria, tomates, naranja, papaya, lechuga, espinacas,...)
- Cinc o zinc: este antioxidante es vital para el funcionamiento del sistema inmunológico, ayuda a prevenir infecciones y a reconstruir los tejidos dañados, así como a la cicatrización de la piel; es importantísimo en el crecimiento de los niños. Este mineral trabaja en forma sinérgica con la vitamina C en la formación de los anticuerpos y en la protección de la piel, entre otras cosas. (Pescado, frutos de mar, cereales integrales y legumbres)
- Coenzima Q10: mucho más que un antioxidante, pieza clave del metabolismo celular. (Sardinas, caballa, atún, hortalizas de la familia de las coles, cacahuetes y espinacas entre otros)
- Hesperidina: este antioxidantes posee una acción diurética y antihipertensiva, también protege al estomago de las úlceras. (Membrana blanca de los cítricos)
- Isotiocianatos: puede suprimir el crecimiento de tumores mediante el bloqueo de enzimas. (Coles, brócoli, calabaza, nabos, berros,...)
- Isoflavonas: se relaciona como aliado contra enfermedades cardiovasculares, osteoporosis y de cánceres dependientes de hormonas como el de mama. (Soja y derivados, té verde, guisantes, lentejas, garbanzos...)
- Licopeno: responsable del característico color rojo de los tomates combaten el cáncer de próstata y las afecciones cardíacas. (Tomate casi en exclusiva)
- Organosulfidos: combaten el cáncer, evitan la formación de coágulos y reducen las infecciones. (Ajo, cebolla y cebollín)
- Quercetina: este potente antioxidante lo podemos encontrar en una gran variedad de frutas y vegetales (Uvas, cebolla roja, brócoli, manzanas, cerezas, consumo moderado de vino tinto, té verde,...)
- Selenio: este mineral antioxidante tiene propiedades anticancerígenas y es protector cardiovascular, estimula el sistema inmunitario y preserva la elasticidad cutánea.Es un importante desintoxicador frente a metales pesados, alcohol y humo del tabaco. (Nueces de Brasil, brócoli, cereales integrales, pescado, ajo y cebolla entre otros)
- Sulforafanos: potente y demostrado científicamente anticancerígeno. (Todas las crucíferas, como brócoli, coliflor, col de Bruselas, nabo, etc..)
-Taninos: este antioxidante posee propiedades de bloquear la formación de endotelina-1, una molécula señal que produce la constricción de los vasos sanguíneos, lo cual disminuiría el riesgo de enfermedades cardíacas (Consumo moderado de vino tinto, uvas, lentejas,..)
- Vitamina C: protege el cerebro, sistema nervioso y tejido muscular frente a los radicales libres, y convierte la vitamina E oxidada en su forma antioxidante. Estimula las defensas inmunológicas y es ingrediente fundamental en la síntesis de sustancias y estructuras indispensables para el organismo humano. Previene de resfriados y gripe, infecciones virales y bacterianas, tumores, daños y afecciones causadas por el tabaco, y del envejecimiento de la piel. (Kiwi, cítricos, piña, tomates, brócoli, alfalfa germinada, pimientos, espinacas,...)
- Vitamina E: su consumo regular protege de enfermedades cardiovasculares. Entre sus propiedades, proporciona resistencia corporal, retrasa el envejecimiento celular producido por la oxidación, disuelve los coágulos sanguíneos, defiende los pulmones de la contaminación ambiental, reduce el estrés y agotamiento, su acción diurética disminuye la presión arterial; reduce los calambres y contracciones musculares. Protege los ácidos grasos de alrededor y el interior de las células contra el daño de los radicales libres. Por su poder antioxidante hidrata y protege la piel; también a los glóbulos rojos, por lo que es eficaz frente a la anemia hemolítica. (Aguacates, cereales integrales, maíz, nueces, semillas de girasol o sésamo, avellanas, almendras)
- Zeaxantina: junto con la Luteina protegen la retina de la degeneración macular y las cataratas. (Maíz, espinacas, calabaza, aguacate, melón,..)
Conclusión
Los alimentos que nos aportan vitaminas, minerales y antioxidantes no nos garantizan eterna salud y juventud, pero está comprobado que contribuyen a protegernos de las enfermedades cardiovasculares, de la formación de tumores, que refuerzan nuestras defensas y que demoran el envejecimiento celular, lo que no es poca cosa, menos aún teniendo en cuenta que para incorporar estos nutrientes no es necesaria la ingesta de cápsulas ni de alimentos costosos, basta con los que podemos encontrar en la verdulería más cercana.

martes, 18 de marzo de 2008

El mito de las proteínas

Las proteínas son los materiales que desempeñan un mayor número de funciones en las células de todos los seres vivos. Por un lado, forman parte de la estructura básica de los tejidos (músculos, tendones, piel, uñas, etc.) y, por otro, desempeñan funciones metabólicas y reguladoras (asimilación de nutrientes, transporte de oxígeno y de grasas en la sangre, inactivación de materiales tóxicos o peligrosos, etc.). También son los elementos que definen la identidad de cada ser vivo, ya que son la base de la estructura del código genético (ADN) y de los sistemas de reconocimiento de organismos extraños en el sistema inmunitario.


Las proteínas son macromoléculas formadas por la unión de miles o cientos de aminoácidos. Los aminoácidos se dividen en aminoácidos esenciales y no esenciales. Los esenciales son aquellos que no son elaborados por nuestro organismo y deben incorporarse a través de la dieta. Los no esenciales son sintetizados por nuestro metabolismo.

-Aminoácidos esenciales: fenilalanina, leucina, isoleucina, lisina, metionina, treonina, triptófano y valina. Durante la infancia y adolescencia: arginina e histidina.

-Aminoácidos no esenciales: alanina, cisteína, cistina, glicina, hidroxiprolina, prolina, serina, tirosina, ácido aspártico y glutámico.


En el metabolismo, el principal producto final de las proteínas es el amoníaco que luego se convierte en urea en el hígado y se excreta a través de la orina.
La administacíon proteica en nuestra dieta debe ser constante. Nos aportan 4 Kcal por gramo, y la recomendación es que su consumo sea de 0,8 a 1 gramo de proteína por kg. de peso.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma en sus estudios que el mundo desarrollado consume más del doble de los requerimientos diarios necesarios en proteínas. Mientras el Tercer Mundo sufre una carencia alarmante de proteínas. Por otro lado, incluso la OMS recomienda una proporción de sólo el 25% de proteínas de origen animal (pescado, huevos) y un 75% de proteína de origen vegetal (legumbres, cereales, frutos secos…), en nuestra dieta.

Existen muchos mitos a cerca de las proteínas y la carne:

-La carne contiene más proteínas que cualquier otro alimento.
-Sólo quien come carne se abastece suficientemente de proteínas.
-Las proteínas de la carne son las de mejor calidad.
-Debido a que las proteínas de los vegetales carecen de ciertos aminoácidos, son de menos calidad que las contenidas en la carne.


Pues bien, no hay ni una sola proteína en la carne animal que no proceda de las plantas y, por lo tanto, el ser humano puede obtenerlas todas del reino vegetal. Más aún, el comer alimentos procedentes del reino vegetal tiene el beneficio adicional de que se combinan aminoácidos con otras sustancias que son esenciales para la correcta utilización de la proteína: carbohidratos, vitaminas, minerales, enzimas, hormonas, clorofila y otros elementos que sólo las plantas pueden ofrecer. También decir que la carne contiene alrededor de un 25% de proteínas y ocupa un lugar intermedio (junto a frutos secos, legumbres y pescado) en la escala cuantitativa de proteínas.

¿Proteínas de origen vegetal o animal?

Puesto que sólo asimilamos aminoácidos y no proteínas completas, el organismo no puede distinguir si estos aminoácidos provienen de proteínas de origen vegetal o animal.

Las proteínas de origen animal son moléculas mucho más grandes y complejas, por lo que contienen mayor cantidad y diversidad de aminoácidos. En general, su valor biológico es mayor que las de origen vegetal. Como contrapartida son mas difíciles de digerir, puesto que hay mayor número de enlaces entre aminoácidos por romper. Combinando adecuadamente las proteínas vegetales (ej. legumbres + cereales) se puede obtener un conjunto de aminoácidos equilibrados. Por ejemplo, las proteínas del arroz contienen todos los aminoácidos esenciales, pero son escasas en lisina. Si las combinamos con lentejas o garbanzos, abundantes en lisina, la calidad biológica y aporte proteico resultante es mayor que el de la mayoría de los productos de origen animal.

Al tomar proteínas animales a partir de carnes ingerimos también todos los desechos del metabolismo celular presentes en esos tejidos (amoníaco, ácido úrico, etc.), que el animal no pudo eliminar antes de ser sacrificado. Estos compuestos actúan como tóxicos en nuestro organismo. El metabolismo de los vegetales es distinto y no están presentes estos derivados nitrogenados. En cualquier caso, siempre serán preferibles los huevos al pescado, el pescado a las aves y las aves a las carnes rojas.

La proteína animal suele ir acompañada de grasas de origen animal, en su mayor parte saturadas. Sabido por todos es que un elevado aporte de ácidos grasos saturados aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

A diferencia de las proteínas vegetales las proteínas animales contienen muchas purinas. Estas son sustancias que deben ser disueltas por el hígado y eliminadas por el riñón. Entre las purinas que abundan en la carne está la "xantina", de acción excitante sobre el corazón y el cerebro, causa de la agresividad de los carnívoros. Las purinas de productos vegetales son menos dañinas por contener potasio y ser un diurético.

El riñón puede eliminar hasta 600 mg. de purinas al día, siempre que esté sano, imaginar la saturación de purinas que existe en la alimentación actual, cuando con un filete de 150 gr. hemos cubierto la mitad de lo que un riñón debe limpiar, todas estas toxinas son principios de enfermedades y problemas de piel, a la vez que es el sistema linfático el que recoge estas sustancias convirtiéndose en un "estercolero", y este es un camino directo al cáncer y enfermedades degenerativas en general.

Combinación acertada de alimentos vegetales

Para lograr mejorar la calidad de las proteínas vegetales, las sugerencias son las de mezclar en un mismo plato distintos productos:

- Legumbres + Cereales = lentejas con arroz, garbanzos con arroz, alubias con pasta, cuscús con garbanzos y verduras, garbanzos con trigo, espaguetis con guisantes y gambas, burritos (pan de maíz o trigo) rellenos de frijoles, soja con verduras y arroz, garbanzos con pan.

- Legumbres + Frutos secos y semillas = garbanzos con piñones, ensalada de lentejas con nueces, humus o paté de garbanzo (garbanzos triturados con semillas de sésamo y especias).

- Cereales + Lácteos vegetales = arroz o avena con batido de soja, de almendras...

- Frutos secos y semillas + Lácteos vegetales = avena o arroz con leche vegetal y frutos secos.

- Frutos secos y semillas + Cereales = ensalada de arroz con frutos secos, pasta con nueces...

Este es un ejemplo de menús equivalentes en calidad y cantidad de proteínas:

- Crema de calabaza, cebolla y patata
- Filete de ternera (120-130 g) con pimientos verdes
- Pan y fruta fresca

Equivale a:

- Ensalada variada con nueces
- Garbanzos con arroz, calabaza y pimientos verdes
- Pan y fruta fresca

Conclusión:

El consumo de legumbres, cereales y frutos secos permite obtener proteínas de calidad pero con menos grasa saturada y colesterol. Son menos acidificante para nuestro organismo ya que van acompañadas de minerales, contienen menos purinas y se eliminan mejor. En los intestinos se fermentan y no se pudren como las de la carne, tienen fibra, sobrecargan menos el hígado y los riñones, son fáciles de digerir y además, son ideales para dietas bajas en calorías.

lunes, 17 de marzo de 2008

Razones para no comer carne

He aquí algunas razones para dejar de consumir carne:

- Razones antropológicas:

Dentadura - Hasta hace algunos años se ha querido deducir de las diferentes piezas dentales del hombre su carácter carnívoro. En especial, siempre se hacía hincapié en que los caninos estaban ahí para desgarrar carne. Hoy nadie defiende esta tesis. La dentadura humana es parecida a la de los grandes simios y nuestros caninos son precisamente un residuo defensivo de nuestro parentesco con los antropoides, gorilas y chimpancés, los cuales nunca lo usan para matar o desgarrar, solo para defenderse de sus depredadores. Los incisivos, por otra parte, son excelentes instrumentos para cortar la fibra de verdura, frutas y frutos secos, luego masticada por los molares.

Aparato digestivo - La saliva de los carnívoros es ácida, en función de la digestión de proteínas animales, y carece de ptialina, una sustancia química que digieres los almidones; la nuestra es alcalina y contiene ptialina para digerir los almidones.
El estómago de un carnívoro es un simple saco redondo que segrega diez veces más ácido clorhídrico que el de un no carnívoro. Nuestro estómago es de forma oblonga, de estructura complicada y se continúa en un duodeno. Los intestinos de un carnívoro tienen tres veces la longitud del tronco, y están preparados para una rápida expulsión de los alimentos que se pudren rápidamente (la carne). Los nuestros miden doce veces la longitud del tronco, y están preparados para conservar dentro los alimentos hasta que de ellos hayan sido extraídos todos los principios nutritivos.
El hígado de un carnívoro es capaz de eliminar entre diez y quince veces más ácido úrico que el de un animal que no lo sea, el del hombre tiene la capacidad de eliminar solo una reducida cantidad de dicho ácido (producido como consecuencia del consumo de carne).A diferencia de los carnívoros y de la mayor parte de los omnívoros, los seres humanos no tenemos uricasa, la enzima capaz de descomponer el ácido úrico. La orina de los carnívoros es ácida, la nuestra alcalina

Ácidos orgánicos - Los animales carnívoros segregan cantidades de ácidos orgánicos para digerir la carne cruda. Cuando el hombre ingiere grandes cantidades de carne y aunque ya hayan sido "digeridos" en parte por el fuego, necesita todavía importantes cantidades de ácidos para disolver estos alimentos y esto sólo se logra a través de hiperfunciones del hígado y del bazo, lo que a largo plazo conduce a problemas funcionales en estos órganos. Pero lo más problemático de una dieta carnívora es que los bolos alimenticios tardan muchas horas en atravesar nuestro intestino y , antes de ser evacuados, los residuos empiezan a fermentar en el interior, con lo que asimilamos sustancias tóxicas indeseables para nuestra salud.

Anatomía humana - Anatómicamente nos parecemos mucho a los grandes simios que, en general, no se alimentan de carne. Un carnívoro no suda por la piel y no tiene poros, nosotros si. . Ellos tienen la lengua áspera, nosotros no. Nuestras manos están perfectamente adaptadas para coger frutos, no para desgarrar las entrañas de un animal como las garras de un carnívoro.


- Razones ecológicas:

Una alimentación sin carne es, económicamente, mucho más sostenible que una alimentación carnívora. Estamos produciendo más alimento del que necesita la población mundial. Si conserváramos nuestra provisión de cereales y se la diéramos a los seres humanos mal nutridos, en lugar de dársela al ganado, se podría nutrir fácilmente a todas las personas crónicamente subalimentadas del planeta. Para dar una idea del derroche que supone nuestro tipo de alimentación, daré algunas cifras: las plantas producen mucha más proteína por hectárea que el ganado, 16 kilos de cereales cuesta porducir un kilo de carne. Sólo con la reducción de un 10% de la producción de carne, se podría alimentar con cereales a 60 millones de personas.

Tampoco hay que olvidar que las técnicas de cría intensiva necesarias para producir dietas cárnicas han ocasionado la erosión de gran parte de la superficie terrestre. Millones de hectáreas de bosques productivos y diversos tanto en zonas templadas como tropicales, han sido talados y son destinados a pastos para el ganado, alterando así ricos "ecosistemas-pulmones" (Amazonia) de nuestro planeta.

- Razones de salud:

Los peligros de comer carne son variados. Por un lado, la carne -al estar al final de la cadena trófica- acumula gran cantidad de sustancias tóxicas: toxinas, colesterol, grasas saturadas, ácido úrico, etc. La cantidad de pesticidas y fertilizantes artificiales: DDT, DES, arsénico (usado en la comida del ganado como estimulante del crecimiento), sulfato de sodio y nitritos (usados para darle a la carne su "fresco" color rojo y altamente cancerígeno), así como todas las sustancias de engorde que se le da al ganado, dejan residuos en la carne que pasan al hombre, eslabón final de la cadena alimentaria. Por otro lado, la penicilina y la tetraciclina, los dos antibióticos más usados a niveles subterapéuticos para la alimentación del ganado, son los que están dando origen a mayor número de bacterias resistentes, apareciendo nuevos casos de meningitis, neumonias rebeldes al tratamiento médico.

La grasa de la carne aumenta en un 40% más las posibilidades de sufrir algún tipo de cáncer y un mayor riesgo de padecer enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio y obesidad.

El ácido úrico es el ácido de la orina del animal. ¡Es lo que da a la carne su sabor! Para neutralizar estos ácidos el cuerpo utiliza reservas de minerales alcalinos, principalmente calcio, de los huesos y dientes. Esto provoca que las reservas de calcio vayan disminuyendo dejando al "hueso poroso" (osteoporosis), conduciendo al desarrollo de la postura curvada, espina dorsal torcida, fracturas espontáneas, etc. Una vez que la neutralización de los ácidos ha ocurrido, residuos de urato de calcio son depositados en los tejidos blandos y calcifican. Estos depósitos son tan duros como piedras y si se forman en las arterias dan lugar a arteriosclerosis o estrechamiento de las arterias, en las lentes ópticas forman cataratas, en los uréteres del riñón y en la vesícula biliar piedras, en la piel arrugas, en las articulaciones artritis, etc.

El cuerpo humano es una máquina compleja. Y, como toda máquina, algunos combustibles son más apropiados que otros para que funcione mejor. Los registros médicos de todo el mundo demuestran sin duda alguna que la carne es un combustible muy ineficiente para echar a andar la máquina humana y que eventualmente cobra un impuesto muy alto.

- Razones éticas:

Hoy en día, los animales no se crían a la manera tradicional, como se hacía antaño en los pueblos, donde las condiciones de cerdos, vacas, gallinas y conejos eran más benignas. Vivían en espacios mayores, tenían cierta libertad de movimientos dentro del establo o gallinero, un contacto humano, las gallinas ponían huevos según su propio ritmo, las vacas pastaban en el campo muchas veces, y todos consumían alimentos de cierta calidad,a base de las sobras de las casas, junto con verdura, maíz, pasto, etc. Hoy han pasado a estar en unos espacios mínimos, hacinados, sin capacidad de movimiento; son alimentados con harinas animales, compuestas de restos inmundos, dudosamente comestibles, cuya finalidad es únicamente rebajar los "costes"; sufren sistemas de iluminación que trastocan sus biorritmos para que produzcan más huevos; las gallinas, son atiborradas de hormonas, antibióticos y cualquier otro producto engordante que aumente el "rendimiento"; sufren unas condiciones de transporte que acarrean varios días sin comer ni beber. Los bueyes y los cerdos son castrados sin anestesia. Todos estos animales pasan sus cortas vidas en lugares abarrotados , llenos de amoníaco y con frecuencia a temperaturas extremas.

Hemos establecido leyes para que el que haga algún daño a otro hombre sea duramente castigado, a veces incluso con su propia vida. Sin embargo, en lo que respecta a los no-humanos, en especial a aquellos cuya carne o pieles apreciamos hemos decidido que su vida animal no vale nada, y se puede hacer con ella todo lo que se quiera, al arbitrio de aquel que la posea. Todo ello debido a que los animales no pueden emitir juicios lógicos, ni disponen de una inteligencia racional, ni de un lenguaje articulado. Al ser seres de inferior inteligencia, al parecer no tienen derechos. Desde un punto de vista ético, sin embargo, el criterio prevaleciente no se refiere a la inteligencia de un ser o a su habilidad mental, sino a la capacidad de sufrir dolor físico y emocional. Y los cerdos, gallinas, terneros..., resulta obvio decirlo, experimentan dolor. Pueden sentirse solos, desesperados, tristes, sufren cuando se les priva de sus crías, notan el terror colectivo que se respira en los mataderos.



- Conclusión:

Sin llegar al extremo de obsesionarnos con un estilo dietético, ni de radicalizar nuestras vidas, resulta interesante acercarse a la filosofía existente tras el no consumo de carne, porque devuelve al hombre al lugar que le corresponde en la Naturaleza, sin la prepotencia que arrastramos fruto de dos mil años de tradición judeocristiana, que asume que el hombre es el rey de la creación y cumbre de toda evolución.
Las cosas cambiarían bastante si tuviesemos que matar con nuestras propias manos los animales que nos comemos, porque nos sensibilizaríamos ante el dolor animal; o si tuviésemos que presenciar el diario y horrendo espectáculo de los mataderos, y supiésemos las penalidades que ha pasado el animal del cual nos llevamos la carne a la boca, seríamos conscientes de lo que significa comer carne. Pero en esta sociedad donde todo está compartimentado nos resulta difícil imaginar aquello que no vemos, y la fuerza de la costumbre nos hace no asociar la carne de que nos alimentamos con la vida animal. Sin embargo, nadie que tenga animales domésticos sería capaz de comerse a su perro o a su gato. Lo más lamentable de la situación actual son las enormes dimensiones que ha adquirido la explotación animal, y el hecho de que todo esté supeditado a los intereses económicos. Se estima en cerca de 45 mil millones los animales muertos al año en mataderos para satisfacer la demanda cárnica mundial.
Muchas corrientes naturistas, el ecologismo y las medicinas alternativas buscan precisamente armonizarnos con el entorno e integrarnos mucho más en la existencia de nuestro planeta y de los seres que habitan en ella. El respeto a la vida es lo que dignifica nuestra propia vida.

domingo, 16 de marzo de 2008

"Endorfinas", las hormonas del bienestar

Las endorfinas son neurotransmisores que aumentan en los momentos placenteros de nuestra
vida: la alegría, la emoción... y disminuye en los momentos tristes: una caída al suelo, una enfermedad o una discusión de pareja. Son proteínas opiáceas con propiedades analgésicas y reguladoras del placer que se encuentran, de manera natural, en el cerebro. Son el vehículo material del placer, la euforia, la felicidad y el alivio del dolor, tanto es así que, coloquialmente, se las denominan "hormonas del placer" o de la "felicidad".

Muchas personas han aprendido a disfrutar de sí mismas y de la recompensa que les proporciona su propio cuerpo cuando realizan alguna actividad que les beneficia: ejercicio físico, sexo, risa, escuchar una melodía que guste , masajes o ciertas comidas que se traducen en chorros de endorfinas circulando por su sangre. En cambio, el estrés, numerosas enfermedades como el cáncer o patologías crónicas (artrosis, migraña...) o la falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos se acompaña de bajos niveles de endorfinas.
Existen cuantiosos estudios que prueban la relación entre un elevado nivel de satisfacción vital, mayor producción de endorfinas y mejor sistema inmunológico. Aquellas personas que presentan bajos niveles de endorfinas son notablemente menos felices y , en consecuencia, enferman con mucha mayor frecuencia.

Muchos creen que la alimentación sólo es importante para el crecimiento y la reproducción de la vida, pero olvidan su capital influencia sobre nuestro estado de ánimo: sobre la ansiedad, la depresión o, por supuesto, el bienestar. La relación entre alimentos y química cerebral es la dirección hacia la que muchos investigadores dirigen sus trabajos para descubrir las causas de la depresión y la obesidad.
Hay sustancias en el cerebro que debemos conocer para poder entender los cambios en nuestro estado de ánimo. Entre ellas, tenemos al grupo de los neurotransmisores, como, por ejemplo, las catecolaminas, que, a su vez, son las responsables del estado de alerta y tensión que padecemos bajo ciertas condiciones ambientales. Así, una abundantes ingesta de alimentos que sean ricos en proteínas (carne, pescado, huevo, queso) y pocos hidratos de carbono hace que el cerebro segregue más esta sustancia catecolamínica, lo que facilitaría un estado nervioso más alterado. En cambio, con alimentos que tengan más hidratos de carbono (cereales, frutas) y pocas proteínas se estimula la secrección de otra sustancia química llamada serotonina, responsable del estado de saciedad y de bienestar.

Alimentos y sensaciones

Si consideramos los alimentos como la base química indispensable para nuestra vida, es fácil comprender que ciertas cantidades de sal, cafeína, alcohol, xantinas, carnes rojas y grasas saturadas aumentan el estrés. Por el contrario, vegetales, frutas y cereales son sustancias claramente antiestrés. Sin embargo, el entorno donde se utiliza la sustancia va a mediar sobre sus efectos.
Curiosamente, ciertas religiones orientales, especialmente en la India, preconizan la alimentación basada en vegetales y pobre en proteínas de origen animal asociándolo a una conducta espiritual plena y baja de agresividad. Algunos estudios realizados en Estados Unidos relacionan un elevado índice de agresividad en sus habitantes con los altos índices de ingesta proteica animal que alcanza esa población en particular.
Otro alimento generador de endorfinas es el picante (chile, pimienta negra, blanca o cayena, jalapeños,...). El gusto por las salsas picantes no sólo se debe a su sabor, sino a un componente fundamental de estos alimentos llamado capsicina (sustancia que otorga al chile su poder irritante). Esta sustancia estimula las terminaciones nerviosas de la boca y hace experimentar una sensación cerebral de endorfinas con su consiguiente euforia temporal.
El chocolate (¡mientras más porcentaje de cacao mejor!) es otro alimento generador de endorfinas. La teobromina, la cafeína y la feniletilamina contenidas en el chocolate podrían ser la causa de sus supuestas propiedades adictivas. La feniletilamina, además, pertenece al grupo de las endorfinas y el organismo la produce de forma natural cuando experimentamos la sensación de enamoramiento, al llegar a la sangre, eleva el estado de ánimo, creando una energía positiva y sensaciones que van desde la felicidad a la euforia.

Alimentos para dormir bien

Una dieta rica en triptófano, un aminoácido que actúa como precursor de la melatonina (hormona que favorece la relajación ,el sueño y actúa como un antidepresivo) , y pobre en excitantes, es la mejor garantía de un sueño reparador.
Para que tenga una acción positiva sobre el sueño hay que consumir de 1 a 5 mg de triptófano al día. Este aminoácido se encuentra en abundancia en los cereales integrales, atún, plátanos, dátiles, higos secos y nueces.
Hay que evitar tomar excitantes como té, café, bebidas con cola o alcohólicas, carnes rojas y quesos muy curados, todos estos alimentos son ricos en tiramina, una sustancia que favorece la producción de norepinefrina, estimulante cerebral que provoca excitación.

Conclusión

Caminar y realizar ejercicio físico regularmente, practicar yoga o pilates, reirse mucho y tener buen humor, seguir una dieta rica en nutrientes y precursores de hormonas (tal y como describí antes), escuchar nuestra música favorita, dormir lo suficiente, recibir masajes, destruir nuestras tendencias pesimistas y pensar de forma positiva son algunas vías para aumentar la producción de endorfinas, nuestras hormonas de la felicidad y bienestar. Tal vez también sea necesario mirar con el corazón para ver la verdadera belleza de la vida y así producir las endorfinas necesarias para una buena salud.

sábado, 15 de marzo de 2008

El mono obeso

Hace varios meses me leí un libro muy interesante sobre la evolución humana y las enfermedades de la opulencia: diabetes, hipertensión, arteriosclerosis y cáncer, llamado "El mono obeso". Os recomiendo su lectura.

Tanto en las sociedades desarrolladas como en algunos países emergentes, éstas y otras enfermedades de la opulencia, como las cardiovasculares, afectan sobremanera a gran parte de la población mayor de cuarenta años, pero empiezan también a aparecer en nuestros hijos. En este libro, el profesor Campillo analiza el papel que juegan nuestros genes en el desarrollo de estas enfermedades y nos explica cómo muchas de estas dolencias proceden de la incompatibilidad entre el diseño evolutivo de nuestros organismos y el uso adecuado que hacemos de él.

El autor, José Enrique Campillo Álvarez es doctor en medicina por la Universidad de Granada y catedrático de Fisiología en la Universidad de Extremadura. Su labor investigadora se ha centrado en el estudio de diversos aspectos relacionados con la diabetes y la nutrición humana, y es autor de numerosas publicaciones científicas y libros relacionados con su especialidad. Es miembro de varias sociedades científicas y de la "European Association for the Study of Diabetes". En 1989 se le concedió el Premio Nacional de Investigación de la Sociedad Española de Diabetes.

A continuación, voy a copiar una entrevista que le hicieron en el periódico "La Vanguardia" relacionada con este libro:

-Cuándo empezó a haber gordos?

–En cuanto dejamos de correr tras la comida.

–¿Y cuándo sucedió eso?

–Con el dominio de la agricultura y la ganadería, hace sólo 8.000 años.

–¿No había gordos antes?

–No. Sólo si se eximía de desgaste físico a algún individuo, por alguna razón especial.

–¿Y qué me dice de esas esculturas de venus prehistóricas de orondas caderas?

–El embarazo y el parto implican muchísimo desgaste energético... y aquellas gentes vieron que propiciar esas reservas grasas en la mujer favorecía su fertilidad.

–¿En qué momento de la historia de la humanidad ha habido más gordos?

–Nunca hubo tantos gordos como ahora.

–¿Y por qué?

–Porque hoy más que nunca llevamos un modo de vida para el que nuestro organismo no fue diseñado.

–¿Para qué está diseñado mi organismo?

–Para caminar en busca de alimento, para correr detrás de la comida.

–Hoy voy al súper ¡y listo!

–Eso se llama opulencia. Y no estamos diseñados para eso, porque hemos sido moldeados por millones de años de hambruna, de pasar hambre. ¡Somos los hijos del hambre!

–No es cosa sólo de la posguerra, veo...

–¡No hay especie animal que haya pasado más hambre que el ser humano! Millones de años con escasez de comida seleccionaron nuestros genes: sobrevivían los individuos que más provecho energético extraían de la poca comida. ¡Y esos transmitían sus genes!

–¿Más provecho energético?

–La escasez de alimento seleccionó al llamado gen ahorrador: los individuos cuya genética les facultaba para almacenar mejor –en forma de grasa– la energía ingerida eran los que resistían mejor y sobrevivían.

–¿Y hemos heredado ese gen ahorrador?

–Sí: ese diseño genético nos fue útil... y nos resulta inconveniente en esta opulencia.

–Entonces, ¿la obesidad es genética?

–La obesidad es una enfermedad de la opulencia, como la diabetes II, la hipertensión y la arteriosclerosis: una desarmonía entre nuestro diseño evolutivo y la vida opulenta.

–¿Y qué hacemos? ¿Nos vamos de caza?

–No hace falta: basta con una hora de caminar cada día, con un tramo de trote.

–Trote cochinero.

–Ja, ja...¡El ser humano, al nacer, es la criatura más grasa de la naturaleza!

–¿Qué dice? No lo sabía.

–Nos siguen la ballena y el león marino.

–Pues a mí no me sobra mucha grasa...

–Porque debe de quemar más energía de la ingerida, entre otros posbiles motivos. Pero lo irrebatible es que nuestro diseño evolutivo, sumido en la opulencia actual, ¡convertirá a nuestra especie en un mono obeso!

–¿Y qué más podemos hacer?

–Comer de acuerdo con nuestro diseño evolutivo. Venimos de cinco millones de años de dieta de bosque tropical (Ardipithecus ramidus), de tres millones de años de escasez de vegetales (Australopithecus afarensis), de dos millones de años aprovechando carnes y pescados (Homo ergaster) y de sólo 8.000 añitos de ganadería y agricultura (Homo sapiens sapiens): ¡nuestra dieta debería ser coherente con este recorrido evolutivo!

–Concrete.

–Un 50% de nuestra alimentación debería ser como la del Ardipithecus; un 30%, como la del Australopithecus; un 18%, como la del Homo ergaster, ¡y sólo un 2% con las novedades aportadas por el Homo sapiens sapiens!

–A saber.

–Un 50% de frutas, verduras de hoja (lechuga, espinaca, col, acelga, escarola), verduras de yema y de fruto (tomate, pimiento, berenjena, calabaza, pepino), infloraciones (coliflor, brócoli), raíces (zanahoria, remolacha, rábano, nabo) o bulbos (ajo, cebolla, puerro).

–Luego, un 30 % en plan Australopithecus.

–Aislados en el este de África, con pocos árboles, con escasez de frutas y hoja, rebuscaban tubérculos (hoy: patata, batata, boniato), semillas verdes (guisante, haba, judía verde), frutos secos, insectos, huevos, peces, ...

–¿Aún no éramos carnívoros?

–Llega con el Homo ergaster: hubo cambios climáticos y se habituó al pescado y la carne (hoy, 18%) de animales muertos ("mejor pescado que carne").

–Hasta llegar la ganadería y la agricultura.

–Y ahí entran cereales (harinas), azúcares, leche (mejor bebámosla desnatada, pues aún no estamos adaptados a su digestión)... En vez de consumir sólo un 2% de todo eso, ¡basamos ahí nuestra alimentación!

–¿Y qué pasará si seguimos así?

–Habrá una epidemia de obesidad, diabetes II, hipertensión y arterioesclerosis. Son síndromes vinculados entre sí: uno lleva al otro. Hoy los agrupamos y hablamos de síndrome metabólico. Y nos morimos de eso.

–Oigo hablar de que crece la diabetes...

–Habrá 300 millones de diabéticos en el 2015. Y la diabetes lleva al infarto. Es por lo que le decía: metemos en nuestro organismo más azúcares que nunca en toda nuestra historia evolutiva. El páncreas secreta más insulina para hacer entrar esa glucosa en las células y que la quemen, pero las células se resisten: es la insulinorresistencia, un mecanismo que nos fue útil en el pasado, pues favorecía que esa glucosa se almacenase como grasa.

–Pero que ahora nos engorda y nos mata.

–Sí: al notar que queda glucosa en sangre, el páncreas sigue secretando insulina, y esa hiperinsulemia –exceso de insulina en sangre– favorece la acumulación de grasa en la barriga, la hipertensión y la arteriosclerosis.

Conclusión

La medicina evolucionista señala que el sedentarismo, el exceso de calorías en nuestra alimentación, el abuso de hidratos de carbono de absorción rápida (cereales refinados), de elevado índice glucémico (azúcar) y el exceso de grasas saturadas (carnes) son circunstancias que nos alejan de nuestro diseño, elaborado a lo largo de millones de años de evolución y en consecuencia derivan en enfermedad. Según la medicina darwiniana, nuestros genes y nuestras formas de vida ya no están en armonía y una de las consecuencias de esta discrepancia, entre otras más, es la obesidad. La prevención y el tratamiento, según los preceptos de la medicina darviniana, pasarían por adaptar nuestra alimentación y nuestro estilo de vida, dentro de lo posible, a las condiciones en la que prosperaron nuestros antecesores, a nuestro diseño. Esta sería la única manera de poner en paz nuestros genes paleolíticos con nuestras formas de vida de la era espacial y prevenir así el desarrollo de la obesidad.

Decálogo para ajustar nuestra forma de vida a nuestro diseño evolutivo

1º Mantener el peso que nos corresponda.

2º Realizar ejercicio físico de forma regular.

3º Consumir abundante fibra vegetal (frutas y verduras).

4º Evitar los alimentos con muchas calorias.

5º Reducir las grasas saturadas (carnes).

6º Reducir los azúcares rápidos.

7º Moderar la sal en los platos.

8º Evitar o moderar el consumo de alcohol.

9º No consumir tabaco.

10º Combatir el estrés